‘Photocall’, invitaciones por WhatsApp y nada de arroz: así son las bodas de los ‘millennials’

Ahora tiran pompas de jabón a los novios, que son nativos digitales y eso se nota en cada detalle del festejo

Los novios de ahora no son los de antes. Y las bodas, mucho menos. Dónde quedaron los puñados de arroz volando sobre las escalinatas de la iglesia, la tarta de varios pisos coronada con unos novios de plástico, ese espadón para cortarla que no tenía nada que envidiar a la Tizona o la lista de regalos para hacerse el ajuar. Pues todo eso ya es historia, como las cabinas de teléfono, los buzones de correo o la Mirinda de naranja.

Las bodas se han modernizado mucho en la presente década. El principal cambio viene de que los novios son nativos digitales. Eso se nota sobre todo en dos aspectos: lo buscan todo por internet y lo publican todo en las redes sociales. Ya no se aspira a una boda en la que no falte nada de lo clásico sino a un festejo lo más original posible. Y eso puede acabar con los invitados sentados en balas de paja comiéndose, como aperitivo, un nigiri de pez mantequilla rodeados de banderines de colores.

Si hay un experto en saraos de este tipo en España es bodas.net, el portal en el que se registra el 90% de las 170.000 parejas que se casan cada año en este país. Ahí son capaces de hacer un retrato de los novios en base al perfil de sus gustos, dudas, comentarios y quejas. Y, de media, los novios tienen 31 años, ella, y 32 años, él, ya vivían juntos y se gastan unos 20.500 euros en la celebración.

Antes los novios se casaban con poco más de veinte años. No es un cambio baladí: ahora son económicamente más solventes y eso se refleja en que, en la lista de invitados, hay menos compromisos y más amigos. Se han caído los primos del pueblo de los padres y, en cambio, no falta un colega.

La ceremonia religiosa también está en recesión. «Nosotros solo controlamos los que hacen una celebración, no los que firman los papeles y se van a su casa, y, aún así, menos de la mitad son por la iglesia», explica Virginia Cánovas, portavoz de bodas.net.

Ya quedan pocos resquicios para la tradición, como que sea el chico el que le pida matrimonio a la chica. Y que solo ocurra al revés en un 5% de los casos. La mayoría lo hace en el mes de septiembre y ya solo un 9% se pone en serio y hace una pedida de mano con los padres delante. Eso sí, un 52% mantiene en vigor el ‘intercambio’ de sortija por reloj para celebrar el enlace.

La boda se cuece en la red. Los novios la organizan online, piden opinión a otras parejas, les consultan por los proveedores que hay en el mercado… «Nosotros tenemos las opiniones de los que han contratado a cada empresa desde hace años, y eso es una información muy valiosa», advierte Cánovas.

La era de internet

La importancia de las redesAlexandra Pereira se casa este año. Es más conocida como ‘Lovely Pepa’ y tiene 1,7 millones de seguidores en Instagram. La ‘influencer’ anunció su próximo enlace con veinte ‘stories’. Su novio, Ghassam Fallaha, le regaló un ‘pedrusco’ en una playa de Saint Barths, en el Caribe, como pudieron ver sus seguidores. El primer regalo se lo hizo su hermana y fue ‘La agenda de nuestra boda’. Solo un ejemplo de cómo se enfocan estos festejos hoy en día.

130 invitados acuden de media a una boda en España. Aunque esto va por barrios. Más gente en el sur y menos en el norte. En Murcia llegan hasta 183, 158 en Andalucía y 149 en la Comunidad Valenciana. En cambio, en el País Vasco se quedan en 102, 116 en Asturias y 120 en Cantabria. En Navarra se gastan 223,5 euros por invitado y 219 en el País Vasco. En Andalucía, 105,5 y en Extremadura, 118,2.

Lo más conflictivo según bodas.net, que lleva once años ayudando a los novios, lo más importante para elegir un sitio para la celebración es su capacidad. Un 39% descarta un lugar por el precio. Lo más difícil de encontrar es un detalle para los invitados (cobran fuerza las pulseras solidarias). Las principales fuentes de conflicto en la organización de una boda son la coordinación entre proveedores, los extras en la factura, los plazos de pago y las cancelaciones.

Pagar el viaje en porciones

El tarjetón con letras góticas metido en un sobre con mucho gramaje y hasta lacado también es historia. Ahora se invita por correo electrónico o por WhatsApp. Y todo empieza, también rendidos a la moda del lenguaje anglosajón, con el ‘Save the date’, que no es otra cosa que pedirle al amigo o el familiar que reserve la fecha del bodorrio.

Lo siguiente es el regalo, otro punto caliente. Y, desde luego, ya no es necesario ir a una tienda o unos grandes almacenes y pagar una batidora o una cafetera. Ahora todo gira alrededor del viaje. El vuelo y los hoteles pueden costearse a golpe de 100 o 150 euros por invitado. «Pero van más allá, y los novios ahora incluyen una cena romántica en un restaurante de Sídney para el día de la llegada a Australia».

Nueva York es el destino por excelencia. El 15% de las parejas acaban contemplando Manhattan desde el Empire State. Un 10% se decanta por la piña colada en el crucero y un 9% devora el ‘pad thai’ en Tailandia. Un 8% hace patria y se queda en la Península Ibérica, a la antigua usanza.

La pareja, además, puede disponer del dinero que le van ingresando en el momento. Así todo es más ágil, para el que afloja la cartera y para el que recibe. Aunque siempre quedará el perezoso o el olvidadizo que aparece el día de la boda y desliza un sobre con un par de billetes de 50.

En bodas.net y en otros portales ofrecen la posibilidad de organizar las mesas virtualmente. Se crean personajes a los que se les da el nombre de un invitado y se diseña un salón de bodas en el que uno distribuye las mesas a su gusto para encajar ese puzle que siempre se convierte en un quebradero de cabeza.

Si todo ha evolucionado, los recuerdos también. Ya casi nadie le confía el álbum al primo aficionado a la fotografía que tiene una cámara réflex. Ahora casi todas las parejas contratan a un profesional y en una boda de alto copete que se precie no pueden faltar las fotos y el vídeo tomado desde un dron.

Subir las fotos en tiempo real

Pero ni siquiera esto es suficiente y, aunque el fotógrafo profesional de hoy en día busca la espontaneidad y la foto sin posados, hay veces que la mejor instantánea la capta un invitado con su móvil. Para no dejar escapar ninguno de estos detalles, hay dos opciones: una es que la gente suba las fotos a Instagram con el mismo ‘hastag’ y, otra, más fiable, es confiar en aplicaciones como la de bodas.net (wedshoots), una especie de galería virtual de la boda con un código para que sea totalmente privado y que permite, con una simple conexión a un ordenador, proyectarlas durante el banquete en tiempo real. Eso sí, con la posibilidad de bloquear a ese invitado al que se le ha ido la mano con las copas y que está subiendo fotos inoportunas.

Y para estimular a los tímidos, se ha incorporado el ‘photocall’, donde posar con unas gafas gigantes, un parche pirata o unas plumas de apache, y hasta un fotomatón modernizado para que cada uno se lleve la foto haciendo caras con los amigos al instante. No hay que olvidar que la edad media de los invitados se ha rebajado sustancialmente.

A todo se le ha dado la vuelta. Ya quedan muy pocos que sigan lanzándole arroz, con un punto de mala idea, a los novios. Y hasta los pétalos de flor han quedado obsoletos. Ahora se lleva más el confeti. Aunque, si quieres estar a la moda, hay que repartir entre el gentío un cacharrito para llenar el espacio de pompas de colores.

La decoración del banquete se suele llenar de bombillitas por la noche y de banderines. Y están en auge las bodas ‘farm’, imitando el estilo campestre de Estados Unidos. «Es tendencia. Ya no basta con hacerlo al aire libre, se lleva celebrarlo en mitad del monte, en el recogimiento de un bosque y hasta en un invernadero».

Destrozar el vestido

Tampoco basta con el banquete nupcial. Ahora, para no quedarse corto, se impone también la preboda, para calentar el festejo, y la postboda, para comentar la jugada con los amigos. Y lo mismo ocurre con las fotos de la pareja vestida de gala. La última moda es el ‘trash the dress’, destrozar el vestido, pasado el compromiso, en una sesión de fotos en medio del monte, entrando en el mar y hasta revolcándose por la arena.

Es la era de la tecnología y eso ha llegado también a las bodas. Parejas cada vez más mayores, que ya viven juntos y, en muchos casos, que ya tienen un hijo. Si el abuelo levantara la cabeza…

Fuente: LaVerdad

Por |2019-03-05T15:32:21+01:004 de marzo de 2019|Noticias|

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